Libertad y Obediencia… por Pilar Alvarez (Maestra en R.L. Renacimiento 64 GLSE)

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El hombre habita en el mundo “Habitar” no significa lo mismo que estar incluido dentro de los seres que hay en el mundo, estar en el “mundo” no es tan fácil, pues el mundo no es una caja. Para nosotros los humanos el mundo no es sencillamente el entramado social, es la palestra llena de significados en la que actuamos. El mundo es “actuar” en el mundo. Dado que no solo respondemos a él, sino que lo vamos inventando, trasformando, y en algunas ocasiones, no previstas por ninguna pauta genética, y no me refiero a “sacar” algo de la nada. Hay que actuar a partir de las cosas, y corregir en cierta medida el mundo.

    ¿Pero qué es actuar? ¿La libertad de acuerdo con los propios deseos o proyectos? acción libre de (moverse de ir y venir a nuestro antojo). Si hay una inseguridad física y  amenazas, tampoco diríamos que podemos ejercer la libertad, la espontaneidad de mi querer es libre, aunque las circunstancias hagan que la posibilidad de ponerlo en práctica sean nulas. El curso de los acontecimientos no está en nuestras manos, con lo cual las libertades en estos momentos presentes ante esta (terrible pandemia) que estamos pasando, corresponderán a nuestras conciencias. Podemos actuar, sí, pero dentro del orden establecido, con el fin de alcanzar pronto, las relaciones interpersonales en nuestra sociedad, como la familia, grupo de amigos, entornos laborales, culturales etc. 

    La libertad nunca será absoluta porque el hombre tampoco lo es, tiene sus limitaciones. Tampoco es un valor absoluto porque tiene un carácter instrumental: está al servicio del perfeccionamiento humano, no puede conocerlo todo, no puede quererlo todo, tiene entre otras cosas el poder de elegir, pero el deber en la práctica con la forma adecuada y ética al “actuar”. Pues debemos tener en cuenta lo dicho al principio de esta columna de opinión, tenemos que  “Habitar”  dentro de los otros en el mundo, y estar dispuestos desde nuestros propios deseos la brusquedad de las mejores herramientas razonables, que sean compatibles con nuestros semejantes.

    “Obediencia” obligación moral al derecho justo, dado que tenemos  la obligación moral de ser justos porque hemos de actuar con justicia, y hemos de actuar moralmente, teniendo en cuenta que la justicia es una virtud moral de fuerte sentido social, político y jurídico. Sin embargo el ser humano es el único animal capaz de rebelarse, de romper las reglas establecidas, no así sin más, necesita razones válidas, tanto para obedecer como para rebelarse. No somos seres repetitivos, nos gusta tener razones para hacer o dejar de hacer las cosas, probamos, inventamos y experimentamos, nuevas formas de grupos y sociedad, pensando que la moralidad está pasada de moda, que es un sistema de rígidas prohibiciones puritanas, destinadas principalmente a conseguir que la gente no se divierta… Sin embargo J. L. López Aranguren, insistía en que la gran moral, añadía, no significa la muerte de toda moral, ya que subsiste la pequeña moral entendida como sentido que se da a la existencia  y “modelo” o “estilo de vida”, buena virtuosa  con el bienestar y la igualdad de la justicia para la felicidad del hombre.

 Pero si la desobediencia incúlpase la regla de la mayoría, es considerada un desacato a los procedimientos más importantes de la democracia. Los principios a los que aludimos se refieren y expresan sin duda el “deber ser”, valores y normas que en una sociedad justifican y mueven el orden y la necesidad de la acción por respeto a la ley.

Fuente: Diario de Ávila

Pilar Alvarez (Maestra en R.L. Renacimiento 64 GLSE)

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