Preguntas frecuentes

¿Anticlerical?
Falso. Los masones pueden tener cualquier creencia religiosa o no tener ninguna. La Masonería no tiene absolutamente nada contra cualquier institución religiosa. De hecho, la Masonería británica ha sido presidida tradicionalmente por la misma corona que ostenta la primacía de la iglesia anglicana. Es una afirmación sin ninguna base histórica ni sentido. En Masonería incluso hay sacerdotes.
¿Políticos

La Masonería no debe tener ningún posicionamiento político. Cada masón tiene su propia ideología política. La base de la Masonería es que en su seno existan diferentes tendencias y ello genere y enriquezca el debate. En el seno de la GLSE le aseguramos que encontrará personas de derechas, de izquierdas, que no se consideran ni de derechas ni de izquierdas, independentistas catalanes o vascos y nacionalistas españoles, de los que votan y de los que no.

La Masonería no nace para el debate político, sino para que pesonas que piensan totalmente diferente tengan un lugar donde poder expresarse con total libertad y con respecto a las opiniones de los demás. ¿Hablamos de política? Normalmente no, pero a pesar de cualquier diferencia política, trabajamos y crecemos juntos.

¿Atea?
La Masonería es laica. Si bien la Biblia preside la mayoría de los Templos Masónicos (entre otros elementos simbólicos), su sentido apunta más a la Sabiduría que a la religión, a la que respeta y acepta en todas sus manifestaciones, tanto cristianas como orientales. Pero no las adopta como propias. Nuestra invocación al Gran Arquitecto del Universo las abarca a todas ellas. La interpretación es personal, como corresponde a librepensadores. Agnósticos y ateos tienen la misma dignidad entre nosotros.
¿Custodia un secreto?
La Masonería no guarda ningún secreto. Por lo menos, a ninguno de nosotros nos lo han contado… debe ser muy secreto.

Algunas veces, se confunde lo iniciático con lo secreto. Si está recomendado vivir la iniciación sin conocer el rito antes, es porque ayuda a profundizar en la experiencia interior que busca la ceremonia, de otra forma pasaría a ser un mero trámite. Por este motivo, nos reservamos la explicación de nuestros ritos e iniciaciones. Pero si aún así, alguien persiste en que esto son “secretos”, en diferentes páginas de internet pueden encontrarse los manuales de instrucción de aprendiz, compañero y maestro, e incluso los rituales de los grados filosóficos. Cualquiera es totalmente libre de hacerlo. La Masonería implica estudio, pero especialmente es vivirla. La elección es enteramente de cada uno.

¿Existe división de la Masonería?

Cierto. Existen muchas organizaciones masónicas, en España podrá encontrar diferentes opciones. Tenemos relaciones fraternales con la gran mayoría. Hacemos reuniones (tenidas conjuntas), compartimos locales, entre otras muchas actividades. La Masonería tiene diferentes ritos, formas de trabajar, ideas de como enfocar la organización, entre otras muchas, que generan riqueza y diversidad. Cierto que en algunas ocasiones las divisiones son tristes y no ayudan a dar una visión homogénea de la masonería. No dejamos de ser organizaciones humanas.

¿Elitista?

No aceptamos fanáticos, integristas, racistas, xenófobos ni intolerantes de ninguna clase. En nuestro criterio de selección no se contempla ni el poder económico ni el prestigio del aspirante. La mayoría de nuestros integrantes son profesionales de clase media (profesores, médicos, periodistas, abogados, músicos, comerciales, fucnionarios…). No se requieren estudios universitarios. Sólo  coincidir en los valores humanísticos que la Masonería defiende y sostiene, y una inquietud interior en busca del crecimiento y perfección de uno mismo.

¿Iniciática?

Si. La iniciación masónica no requiere conocimientos específicos. No es un acto de entrada sino el comienzo de un recorrido, una vía continua de potenciación de la calidad humana, en el convencimiento de que el camino del Hombre pasa por la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad. La iniciación busca un proceso de reflexión interior, la generación de preguntas a uno mismo, meditar sobre la posición ante la vida y la sociedad. Cada uno de nosotros vive la iniciación de forma diferente, y ahí radica su sentido más íntimo.

¿Pretende dominar el mundo?

Esta, con ser la más ingenua e inverosímil de todas las injurias que nos han atribuido, es la que más ha calado en mucha gente y en muchas épocas. Hoy sigue viva gracias a la moda general de los conspiranoicos. Es uno de los prejuicios con los que no tenemos más remedio que lidiar. Se ha utilizado insidiosamente la larguísima lista de Grandes Hombres (presidentes, filósofos, científicos, ideólogos, humanistas, astronautas, inventores, músicos, precursores, políticos…) que fueron o son masones, para intentar puerilmente sostener una simpleza tan endeble, porque si realmente hubiera sido así, bastaría con dar una rápida lectura a tal lista para concluir que ya estamos dominando el mundo. Pero quienes viven la Masonería saben bien que eso no es cierto.

¿Ritualista?

Correcto. Un ritual es una ceremonia, como lo es la apertura de los Juegos Olímpicos, la entrega de diplomas de una universidad, la jura de la bandera o una misa. Nuestros rituales tienen tanta solera como muchas de ellas y expresan tradiciones que recuerdan un pasado entrañable. Los rituales masónicos, que carecen de dioses, dogmas y clérigos, proceden de la decantación histórica del trabajo humano, del pensamiento, de la razón humana. En nuestros ritos, todo el mundo sabe por qué hace lo que hace, de dónde procede y qué significa: no hay mecanicidad ni repetición sin sentido. Todo se entiende. Los rituales conservan el método masónico, la iniciación, un proceso de auto esclarecimiento o aprendizaje psicológico. Estos rituales han sido elaborados a lo largo de siglos y guardan una específica “ecología” emocional y simbólica; son un sutil y hermoso equilibrio de gestos y palabras que no puede ser alterado arbitrariamente.

¿Simbólica?

Sí. Una bandera es un símbolo para un país o región, como también lo es una cruz para un cristiano, una divisa para un hincha de fútbol, la estrella de David para un judío o un logotipo para una empresa. Provocan emociones y unifican e identifican grupos humanos. Si bien nuestros símbolos tienen también una significación igualmente precisa, no tienen una interpretación unívoca. Para los masones, los símbolos son como señales colocadas en cada bifurcación del camino: indican la dirección y el destino al que llevan, pero no es obligatorio seguirlos.

¿Una agencia de contactos?

Quien se acerque a nosotros con esa idea se ha equivocado de puerta. En la Masonería se practica la solidaridad, como es de esperar de una institución que predica la Fraternidad, pero se detecta muy fácilmente a quienes se acercan nada más que con ese propósito. Por otra parte, y sirva como dato ilustrativo, en nuestros talleres hay hermanos en paro en el mismo porcentaje que en el resto de la sociedad.

¿Una estructura autoritaria?

Otro mito que nos gustaría aclarar. Todos los cargos, hasta los más altos, son elegidos por sufragio universal, reelegibles sólo una vez y por un máximo de seis años. No reconocemos líderes ni mandatarios vitalicios.

¿Una secta?

En absoluto. La Masonería es todo lo contrario de una secta: no busca la sumisión de sus miembros a ningún gurú o líder, no exige obediencia ciega, no lava el cerebro de las personas ni controla sus mentes (nos esforzamos precisamente en que cada cual piense por sí mismo), no aísla a nadie de su entorno familiar,  no genera enfermizas dependencias emocionales que cuesta muchísimo trabajo curar y no obliga a sus fieles a “entregar todo lo que tienen” para enriquecer al jefe a cambio de “salvar su alma”. Es al revés: prepara para cada uno de sus miembros un camino personalizado hacia la maestría de sí mismo. La Masonería no admite a menores de edad en las Logias y se dirige a personas libres, dotadas de autonomía como individuos: la Logia no somete a sus miembros a ningún tipo de dirección espiritual o ideológica. El método masónico no es un camino de salvación de carácter religioso, sino un proceso de auto esclarecimiento continuo, compatible con cualquier fe religiosa o esotérica que no anule la libertad del individuo.

¿Una sociedad secreta?

No. Si fuéramos secretos no tendríamos una página web explicando cómo somos, qué hacemos y dónde estamos. Simplemente no tiene sentido alguno. Cierto que en nuestro entorno muchas veces se malinterpreta el hecho de ser masón, por ello algunos de nuestros miembros prefieren no hacer pública su pertenencia a una organización masónica. Es una decisión totalmente individual que el resto de los miembros de la organización debemos respetar.

¿Hay famosos en Masonería?

Alguno habrá, pero en la GLSE no será, pues nosotros no nos hemos enterado. ¿Hay gente influente y rica? Pues miren, tampoco nos hemos enterado, por lo menos en la GLSE.

¿Vive del pasado?

Si consideramos que nuestra divisa de Libertad, Igualdad y Fraternidad fue bandera de la Revolución Francesa y que los fundadores de los Estados Unidos de América eran todos masones, como lo fueron los líderes de la Independencia de toda Latinoamérica, nos parece justo congratularnos de nuestro pasado. Pero son ahora el racismo, la xenofobia, la degradación del planeta, el fanatismo religioso, el terrorismo, la situación de la mujer, la problemática del Tercer Mundo, la generalización de la codicia, la pérdida de valores éticos, los crecientes abusos del poder y muchos otros asuntos similares los que calientan nuestras tenidas (reuniones).

¿Cosa de hombres?

La GLSE no hace ninguna distinción por género. Cierto que existen organizaciones masónicas exclusivamente masculinas y otras exclusivamente femeninas. No es nuestro caso, y si bien respetamos que cada organización realice el camino masónico que considere más adecuado, no consideramos que la segregación por género facilite el trabajo masónico.