1793. La Primera Piedra del Capitolio

El nombre de Capitolio se debió a Thomas Jefferson, entonces secretario de Estado, inspirado por la Colina Capitolina de Roma.

En la mañana del miércoles 18 de septiembre de 1793, un hombre de 61 años llamado George Washington, primer presidente de los Estados Unidos de América, salió de su casa vestido de negro, se puso su sombrero tricornio y se acercó a una zona de la ciudad a la que él se refería como “ciudad federal” porque le daba vergüenza llamarla por su nombre: Washington.
El lugar estaba relativamente cerca del río Potomac. Todo estaba en obras: la ciudad se estaba construyendo a toda prisa desde hacía más de dos años. El presidente se acercó hacia un descampado en el que aguardaba mucha gente y en cuyo centro había un armatoste hecho de vigas de madera con una soga de la que pendía una pesada piedra.
Como casi todos los presentes, el presidente Washington se anudó a la cintura su mandil de maestro masón, se puso sobre los hombros su collar con la escuadra y el compás y declaró abierta a la ceremonia. Estaban allí hermanos de todas las logias de Maryland y también representantes de la logia Alexandra, de Virginia, cuyo Venerable Maestro era precisamente Washington. Llegado el momento, el presidente hizo bajar la piedra hasta el hoyo preparado en el suelo. Era la cornerstone (primera piedra) del que habría de ser el edificio del Capitolio de EE UU, al que todos soñaban como uno de los grandes templos de la libertad, la igualdad y la fraternidad entre los seres humanos.
Washington fue el primero de los quince presidentes masones que ha tenido ese país. Masones fueron también 31 de los 56 ciudadanos que firmaron la Declaración de Independencia y 23 de los 39 firmantes de la Constitución.
La ciudad de Washington fue diseñada por el arquitecto francés Pierre Charles L’Enfant. También masón.

 

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